¿Por qué?
Tras unos cuántos años creando con la compañía y dando clases de interpretación en diferentes escuelas, he descubierto que el intercambio energético entre cuerpos creativos me fascina. No sólo eso, sino que tengo la firme convicción de que el arte, la expansión del artista interno, nos conecta con el mundo de un modo en el que la empatía se multiplica y el amor nace.
Todo lo que sucede forma parte del acto creativo, el juicio queda en un segundo plano y la relación con el otro y con el espacio se convierte en un posible dispositivo escénico.
La artesanía
Como actriz, he ido almacenando diferentes técnicas y “truquillos” que me han permitido sostener y amplificar la energía en escena. Lo llamo artesanía porque considero que define muy bien el oficio del intérprete trabajando detalle a detalle la escena, el personaje, la respiración, el cuerpo, la intención. Una vez la intuición abre el camino, generando un dispositivo que funciona, me dedico en cuerpo y alma a aterrizar lo que le sucede al personaje en mi cuerpo, para llegar así a lo que llamamos “verdad escénica” o “mentira honesta”.